El experimento es muy simple: dar al play y mirar fijamente la cruz central. Aunque el cuerpo os pida mirar hacia uno de los rostros, mantened la mirada al centro:
Si todo sale como tiene que salir, vuestro cerebro hará que veais de reojo auténticos monstruos a ambos lados de la cruz, a pesar de que son chicas totalmente normales (unas más guapas y otras menos).
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