Hace ya algún tiempo que comenté algo sobre las contraseñas. Hoy me han contado una historia que me ha hecho bastante gracia, y creo que merece la pena compartirla:
Había una vez, cierta compañía bastante prestigiosa, en cuyos ordenadores había información por valor de muchos millones de euros. Eran muchos los trabajadores que tenían acceso a dicha información, y la verdad es que no hacían mucho por protegerla. Uno de los jefazos quiso poner remedio a este problema, y puso en marcha varias medidas. Tras hacer un estudio, y ver que el 90% de la plantilla tenía como contraseña su fecha de nacimiento, su apellido, o el nombre de alguno de sus hijos, decidió implantar una nueva política de contraseñas en la empresa. La contraseña debía tener forzosamente más de 8 caracteres. Al menos dos de ellos debían ser numéricos, al menos una mayúscula y una minúscula, y al menos un carácter especial (#, @, *, etc.). Además, la contraseña caducaba cada 15 días, por lo que debía cambiarse forzosamente pasado ese tiempo.
La situación se volvió bastante caótica. Muchos trabajadores no podían entrar en sus ordenadores, porque habían olvidado su complicada contraseña. Se disparó el número de incidencias, hubo que resetear cientos de contraseñas... y al cabo de un mes todo el mundo tenía un post-it con su contraseña pegado en el monitor. Algunos, más concienciados con la seguridad, guardaban el post-it dentro del cajón.
¡¡¡Viva la seguridad informática!!!
Había una vez, cierta compañía bastante prestigiosa, en cuyos ordenadores había información por valor de muchos millones de euros. Eran muchos los trabajadores que tenían acceso a dicha información, y la verdad es que no hacían mucho por protegerla. Uno de los jefazos quiso poner remedio a este problema, y puso en marcha varias medidas. Tras hacer un estudio, y ver que el 90% de la plantilla tenía como contraseña su fecha de nacimiento, su apellido, o el nombre de alguno de sus hijos, decidió implantar una nueva política de contraseñas en la empresa. La contraseña debía tener forzosamente más de 8 caracteres. Al menos dos de ellos debían ser numéricos, al menos una mayúscula y una minúscula, y al menos un carácter especial (#, @, *, etc.). Además, la contraseña caducaba cada 15 días, por lo que debía cambiarse forzosamente pasado ese tiempo.
La situación se volvió bastante caótica. Muchos trabajadores no podían entrar en sus ordenadores, porque habían olvidado su complicada contraseña. Se disparó el número de incidencias, hubo que resetear cientos de contraseñas... y al cabo de un mes todo el mundo tenía un post-it con su contraseña pegado en el monitor. Algunos, más concienciados con la seguridad, guardaban el post-it dentro del cajón.
¡¡¡Viva la seguridad informática!!!
1 comentario:
Me cago en todo!!!!
Asi nos va... si es que parece CE!!!! Se multiplican las incidencias cuando cambias cualquier cosita jajajaja
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