Imaginemos que una Empresa quiere hacer un estudio de mercado para conocer mejor a sus potenciales clientes, conocer sus gustos y aficiones, sus inquietudes... En definitiva, para averiguar cuál es la mejor forma de sacarle el dinero a la gente.
Esa Empresa podría poner en marcha una serie de sondeos a pie de calle. Digamos un ejército de encuestadores con sus carpetitas que harían todo tipo de preguntas para recabar información. Además del coste que tendría esta operación, estaría desde antes de nacer condenada al fracaso, ya que la mayoría de la gente se negaría a contestar esta encuesta, probablemente ni a las preguntas más básicas.
Las campañas de recopilación de información suelen ir mejor si se les da un enfoque útil. Por ejemplo, la gente colabora bastante con las encuestas para mejorar el transporte público, en las que se te pregunta de dónde vienes, a dónde vas, qué tipo de billete utilizas, etc. Pero la gente en ningún caso respondería a preguntas más personales, sería una locura ni siquiera pretenderlo. Y sin embargo...
¿Qué pasa con las redes sociales? Hay un alto porcentaje de la población que utiliza alguna o varias de estas redes. Te das de alta, das tu nombre completo, tu correo electrónico, en ocasiones otros datos como tu teléfono móvil. Indicas tus gustos, intereses y aficiones. Pones una lista de colegios, institutos y universidades en los que has estudiado. Añades la lista de empresas en las que has trabajado. Subes un montón de fotos personales y pones un indicador de estado, para que todo el mundo sepa dónde estás, dónde has ido, dónde vas a ir, qué tal día tienes, o lo que sea. Y luego incluyes un montón de contactos que a partir de ese momento tendrán acceso a toda la información que compartiste, y a la que compartas a partir de ese momento.
Según la red, y según la configuración que pongas, es posible que sólo tus amigos tengan acceso a tus datos, previa autorización tuya. Pero esta es una opción restrictiva que no suele ser elegida por la mayoría. La opción opuesta, es decir, dejar la información accesible a todo el mundo que la quiera ver tampoco parece demasiado buena. Así que lo más habitual es tomar una alternativa intermedia, que consigue en dejar que vean tus datos tantos tus amigos como los amigos de tus amigos.
Pensando con lógica, si yo agrego únicamente a amigos de confianza, y cada uno de mis amigos de confianza agrega únicamente a amigos de confianza, al final tendrán acceso a mis datos una serie de personas de (más o menos) confianza. Los amigos de mis amigos que me localicen por un amigo en común, podrán añadirme como amigo y pasar a mi círculo principal. En ese momento mi círculo se ampliará, ya que sus amigos directos pasarán a ser amigos de mis amigos y también podrán ver mis datos. Pero bueno, esto no será un problema si todos agregamos únicamente a amigos de confianza.
Pero toda esta lógica se va a la mierda cuando veo que mis amigos tienen como amigos a Rodolfo Chikilicuatre y a Franco...
El caso es que imaginad la cantidad de información que estamos dando muchos de nosotros, entre los que me incluyo, y que a fin de cuentas puede ver cualquiera. En el caso de Facebook, por ejemplo, a esto hay que sumarle las condiciones de uso que aceptamos al darnos de alta. Al subir cualquier contenido a la página les estamos autorizando para que realicen "las copias del mismo que estimemos necesarias..." dándoles "una licencia irrevocable, perpetua, no exclusiva, transferible, plenamente desembolsada y mundial (con derecho de sublicencia) para usar, copiar, reproducir públicamente, mostrar públicamente, reformatear, traducir, obtener extractos (totales o parciales) y distribuir dicho Contenido de Usuario para cualquier fin, ya sea comercial, publicitario o de otro tipo". Alucina vecina.
Y ahora pensad lo que puede valer toda esta información que les estamos regalando. Y pensad también en aquella Empresa del principio, que quería recabar información de sus potenciales clientes y que no disponía una forma eficaz de hacer un estudio de mercado.
¿Blanco y en botella? ¡Agua!
Esa Empresa podría poner en marcha una serie de sondeos a pie de calle. Digamos un ejército de encuestadores con sus carpetitas que harían todo tipo de preguntas para recabar información. Además del coste que tendría esta operación, estaría desde antes de nacer condenada al fracaso, ya que la mayoría de la gente se negaría a contestar esta encuesta, probablemente ni a las preguntas más básicas.
Las campañas de recopilación de información suelen ir mejor si se les da un enfoque útil. Por ejemplo, la gente colabora bastante con las encuestas para mejorar el transporte público, en las que se te pregunta de dónde vienes, a dónde vas, qué tipo de billete utilizas, etc. Pero la gente en ningún caso respondería a preguntas más personales, sería una locura ni siquiera pretenderlo. Y sin embargo...
¿Qué pasa con las redes sociales? Hay un alto porcentaje de la población que utiliza alguna o varias de estas redes. Te das de alta, das tu nombre completo, tu correo electrónico, en ocasiones otros datos como tu teléfono móvil. Indicas tus gustos, intereses y aficiones. Pones una lista de colegios, institutos y universidades en los que has estudiado. Añades la lista de empresas en las que has trabajado. Subes un montón de fotos personales y pones un indicador de estado, para que todo el mundo sepa dónde estás, dónde has ido, dónde vas a ir, qué tal día tienes, o lo que sea. Y luego incluyes un montón de contactos que a partir de ese momento tendrán acceso a toda la información que compartiste, y a la que compartas a partir de ese momento.
Según la red, y según la configuración que pongas, es posible que sólo tus amigos tengan acceso a tus datos, previa autorización tuya. Pero esta es una opción restrictiva que no suele ser elegida por la mayoría. La opción opuesta, es decir, dejar la información accesible a todo el mundo que la quiera ver tampoco parece demasiado buena. Así que lo más habitual es tomar una alternativa intermedia, que consigue en dejar que vean tus datos tantos tus amigos como los amigos de tus amigos.
Pensando con lógica, si yo agrego únicamente a amigos de confianza, y cada uno de mis amigos de confianza agrega únicamente a amigos de confianza, al final tendrán acceso a mis datos una serie de personas de (más o menos) confianza. Los amigos de mis amigos que me localicen por un amigo en común, podrán añadirme como amigo y pasar a mi círculo principal. En ese momento mi círculo se ampliará, ya que sus amigos directos pasarán a ser amigos de mis amigos y también podrán ver mis datos. Pero bueno, esto no será un problema si todos agregamos únicamente a amigos de confianza.
Pero toda esta lógica se va a la mierda cuando veo que mis amigos tienen como amigos a Rodolfo Chikilicuatre y a Franco...
El caso es que imaginad la cantidad de información que estamos dando muchos de nosotros, entre los que me incluyo, y que a fin de cuentas puede ver cualquiera. En el caso de Facebook, por ejemplo, a esto hay que sumarle las condiciones de uso que aceptamos al darnos de alta. Al subir cualquier contenido a la página les estamos autorizando para que realicen "las copias del mismo que estimemos necesarias..." dándoles "una licencia irrevocable, perpetua, no exclusiva, transferible, plenamente desembolsada y mundial (con derecho de sublicencia) para usar, copiar, reproducir públicamente, mostrar públicamente, reformatear, traducir, obtener extractos (totales o parciales) y distribuir dicho Contenido de Usuario para cualquier fin, ya sea comercial, publicitario o de otro tipo". Alucina vecina.
Y ahora pensad lo que puede valer toda esta información que les estamos regalando. Y pensad también en aquella Empresa del principio, que quería recabar información de sus potenciales clientes y que no disponía una forma eficaz de hacer un estudio de mercado.
¿Blanco y en botella? ¡Agua!
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