Gili-puertas

Tuve que ir el otro día a un hospital de Madrid, al que por no dar pistas llamaremos Mremorio Garañón. Llegué al recinto, que es bastante grande, con varios accesos, un gran patio, varios edificios... y entré al edificio que me interesaba. Me habían dicho que donde yo tenía que ir se podía pasar sin tarjeta de acceso, así que pasé sin más. Un amable segurata, y cuando digo amable quiero decir chulo y prepotente, me paró y me pidió el pase. Ups... Le dije que me habían dicho que no hacía falta, y amablemente me respondió que sí hacía falta. Y cuando digo amablemente quiero decir con sarcasmo y aire de superioridad.

Me fui para la información y resulta que no era allí donde yo tenía que ir. Me dijeron, esta vez sí que fue amablemente, que debía salir del edificio, girar a la derecha e ir bordeando por el patio. Así lo hice, y llegué, ahora sí, al edificio que me interesaba.

Una vez dentro me volví a perder (raro en mí). El caso es que dando vueltas y recorriendo pasillos llegué a otro acceso y ¡volví a ver al segurata amable! Pero esta vez yo estaba del otro de la puerta... Me giré de golpe antes de que me viera (por si acaso) y continué mi búsqueda.

Aclaración: mismo edificio, varios accesos, todos ellos se comunican por dentro..., por unos no piden tarteja y por otros sí, y no sólo la piden, si no que además son inflexibles e incluso se ponen amables contigo.